Cada época, cada período tiene una patología que predomina sobre todas las demás.
A principios del siglo XX, una sociedad en la que la represión de la sexualidad era la norma (sobretodo en el caso de las mujeres), daba lugar a problemas sexuales e histeria, término desafortunado y actualmente en desuso. Y es que, la sociedad hace una importante contribución en nuestro estado de ánimo.
 
Junto con otros factores la sociedad nos indica nuestro curso de acción, nuestro camino a seguir, y actualmente este camino es acelerado y frenético; atascos, excesiva responsabilidad en el trabajo, problemas para llegar a fin de mes, falta de tiempo (¿o excesivas actividades?), son sólo una muestra de distintas situaciones actuales por las que pasan multitud de personas y que les llevan a sentirse estresados y ansiosos.
 

 

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Los seres humanos nos caracterizamos por tener una gran capacidad de adaptación, pero ¿hasta que punto es sano adaptarse? ¿Son beneficiosas las constantes preocupaciones, miedos, temblores, taquicardias… a causa de la vida que llevamos? Lo dudo mucho.
 
A todo este ritmo de vida occidental hay que añadir un gran problema, la llamada crisis. Y es que ¿cómo no sentirse ansioso ante los problemas económicos; ante el paro, EREs o pésimas condiciones laborales; ante las desmedidas cuotas hipotecarias? ¿Cómo alguien puede no tener miedo cuando tiene delante semejante panorama?
 
La ansiedad es un problema que depende de factores biológicos, psicológicos y sociales, pero en algunos casos yo me pregunto ¿No será la sociedad la que está enferma?
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