La depresión es un trastorno psicológico complejo con múltiples causas y factores que la propician y mantienen. Como la mayoría de problemas mentales, la depresión se manifiesta en varios niveles.

  • A nivel cognitivo, es decir, pensamientos distorsionados acerca de uno mismo y el mundo que nos rodea. Suelen ser de carácter negativo y pesimista.
  • A nivel emocional: Se trata de las emociones y sentimientos que provoca la depresión. Se caracteriza principalmente por la tristeza, desesperanza, y decaimiento. Estas son las emociones predominantes en este cuadro aunque también son frecuentes las emociones de ansiedad, irritabilidad y frustración.
  • A nivel conductual: Se refiere a las conductas que hacemos o, en el caso de la depresión, a las que no hacemos, pues la depresión conlleva una marcada inhibición conductual y evitación de actividades placenteras, es decir, todo lo que antes hacía y disfrutaba la persona, deja de hacerse.

 

Es habitual cuando hablamos de depresión que se centre la atención en los niveles emocional y cognitivo, solemos decir que la tristeza que se experimenta es extrema y que los pensamientos que se tienen son demasiado irracionales y claramente negativos, y aunque eso es cierto dejamos de lado la parte conductual. Sin embargo, la investigación experimental nos dice que es crucial trabajar este nivel en el tratamiento clínico de la depresión.

 

¿Por qué la gente con depresión deja de hacer actividades agradables?

Cuando desafortunadamente aparece la depresión en la vida de una persona, es muy probable que disminuya el número de actividades de ocio que antes realizaba. Si este problema avanza se dejarán totalmente de lado. Además en los casos de depresión grave se abandonarán también las actividades obligatorias, como es el trabajo.

Pero ¿por qué ocurre esto? La respuesta es muy sencilla, la depresión provoca que no tengamos energía para enfrentarnos a las demandas del día a día, y que el dolor emocional lo abarque todo. Ante esta situación lo que menos apetece es hacer algo. Además surgen otras variables que boicotean la realización de la actividad en cuestión. Si es por ejemplo una actividad que tenga que ver con estar con gente, como una cena o salir a tomar algo con amigos, lamentablemente aparecerán creencias como no querer que nos vean mal,la vergüenza de contar nuestra situación o no saber cómo reaccionar. También es frecuente que surjan pensamientos de que no vale la pena hacerlo o que no lo pasaremos bien.

Así pues, tenemos una serie de pensamientos y emociones que nos impiden hacer algo. Vemos la actividad como una fuente de ansiedad. El significado que le estamos dando a ese posible momento de ocio es negativo y ansiógeno, por lo que uno quiere lógicamente escapar. Se tiene la expectativa de que ese plan me va a generar más malestar del que ya tengo, por lo tanto creo que la mejor opción es no hacerlo.

Esta renuncia a la actividad en cuestión provoca alivio a corto plazo, pues no estoy haciendo algo que seguramente me haga sentir mal. Pero este alivio es un arma de doble filo pues mi cerebro aprende que es una estrategia correcta el dejar de hacer actividades.

Con el tiempo esto se cronifica y es muy complicado recuperar el nivel anterior de actividad, con lo que la depresión empeora.

 

Surge la posibilidad de hacer una actividad, pero 
 “no me apetece”, “lo pasaré mal”, “no vale la pena”, “me preguntarán”
malestar
no hago la actividad y
alivio
imposibilidad de recuperar el nivel adecuado de reforzadores positivos (actividades)
mantenimiento o empeoramiento de la depresión.

 

Programa de activación conductual

De acuerdo a la lógica de la depresión es importante de cara a una eficacia clínica y mejora de la depresión utilizar en la mayoría de intervenciones un programa estructurado de actividades agradables o activación conductual.

Este programa debe ser individualizado de acuerdo a las características de la persona. Además hay que crearlo de acuerdo a una serie de pautas. Algunas de ellas son:

  • Elegir actividades que no cuesten demasiado esfuerzo pero sean muy gratificantes. Con el tiempo y mejora de la depresión se pueden incluir actividades más difíciles y que cuesten mayor esfuerzo.
  • No caer en el error de pautar un exceso de actividades. El número y tipo dependerá del grado de depresión de la persona.
  • Ir añadiendo actividades cada semana.
  • Es necesario trabajar ciertas creencias que impedirán el desarrollo normal del programa. Cambiar la creencia de “me apetece entonces lo hago” a “me conviene (aunque no me apetece) y por eso lo hago”.

 

Los datos de los estudios científicos no dejan lugar a dudas. La activación conductal se ha mostrado de sobra efectiva en reducir los niveles de depresión. Sin embargo la depresión como trastorno complejo que es, necesita un tratamiento psicológico completo que ataque todos sus vértices.

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