Cuando llega septiembre y el verano va dando sus últimos coletazos, llega el momento de volver a las rutinas olvidadas. Es la llamada vuelta al cole, un periodo de adaptación complicado, tanto para adultos como para niños, pero que en los niños toma unas características especiales.

Tras unas largas vacaciones de tres meses, en la que los niños no han parado de jugar y de hacer un sin fin de actividades, llega septiembre y acaba el periodo vacacional.

Durante el verano los padres suelen ser más laxos con la disciplina de los más pequeños; normalmente se acuestan por la noche más tarde, se levantan por la mañana más tarde, los horarios de comida se hacen más flexibles y los deberes son mucho menos extensos que cuando van al cole. Eso en el caso de que consigan hacer tareas escolares en verano.

Sin embargo, cuando comienza otra vez la rutina escolar todo eso debe cambiar, y los niños necesitan adaptarse de la mejor manera a estos nuevos hábitos.

¿Cómo podemos facilitarles este periodo de adaptación?

1. Hacerles partícipes de la vuelta al cole: Si hacemos partícipes a los niños en todo lo relacionado con su vuelta al cole conseguiremos aumentar su motivación y que se ilusionen por este nuevo periodo, facilitando así el periodo de adaptación. Podemos informarles de cuando comenzará el curso, que profesores tendrán, que es lo que harán en el cole, elegir conjuntamente actividades extraescolares, ir a comprar el material escolar y elegirlo juntos…

2. Adelantar rutinas antes de que empiece el curso escolar: si queremos facilitar la adaptación de los más pequeños es de mucha utilidad anticiparnos a la entrada del cole. Es recomendable que el niño empiece a retomar los horarios de invierno, que se acueste antes por las noches y madrugue un poco más de lo que está acostumbrado, adelantar el horario de comidas y no llegar demasiado tarde a casa por las tardes. Hacer estos cambios de forma progresiva antes de que empiece el cole lo preparará para cuando llegue el momento. No es recomendable que los niños realicen cambios demasiado bruscos, pues los trastoca y perjudica su adaptación a la nueva rutina.

3. No dejar de lado el ocio: Es necesario seguir disfrutando de momentos de diversión aunque haya comenzado el colegio. En septiembre y octubre todavía hace buen tiempo para poder pasarlo bien en la playa o piscina. Cuando empieza a hacer más fresco se pueden aprovechar las tardes en el parque o realizando alguna actividad al aire libre, como montar en bici o dar un paseo. La cuestión es aprovechar cualquier rato libre para disfrutar del juego y la diversión, y no obsesionarse demasiado con las tareas escolares o extraescolares. Si dejamos de lado el ocio es probable que los niños se frustren y comiencen esta nueva etapa con mayores dificultades.

4. Niños primerizos o veteranos: Hay que distinguir aquí de los niños que empiezan por vez primera el cole o escuela infantil, de los que ya tienen cierta experiencia en esto. Los niños que comienzan su andadura escolar, a priori, van a tener mayores dificultades de adaptación de los que ya lo hicieron años anteriores. Para ellos el cambio va a ser más grande, ya que van a pasar un tiempo considerable sin estar con sus figuras de apego principales, lo que puede provocarles ansiedad por separación en mayor o menos medida. Sin embargo, la mayoría de ellos en un plazo de aproximadamente de 15 días se habrán adaptado al cambio. Para los más resistentes puede ser recomendable iniciar el cole en periodos cortos de tiempo en presencia de los padres, para progresivamente alargar el tiempo eliminando la presencia parental. Los más veteranos lo tienen más fácil, y aunque también pasen por un periodo de adaptación, las ganas de ver a sus compañeros y la experiencia previa en asuntos escolares les allanan el camino.

5. Normalizar la despedida: Es importante que a la hora de despedirse cuando el niño entra al cole no hagamos dramas ni tampoco estrategias para evitar que sufran, como irse a escondidas o alargar demasiado el tiempo de despedida. Lo más recomendable es una despedida cariñosa y rápida, e irnos aunque el niño esté llorando. Lo habitual es que nos de pena, pero debemos hacer lo mejor para ellos. Además debemos ser conscientes de que la ansiedad por separación no es negativa, si no que es una experiencia que les hace desarrollarse y prepararse para futuros retos.

En definitiva, aunque la vuelta al cole tenga sus pequeñas dificultades, podemos conseguir que los más pequeños se adapten de la mejor manera posible y disfrutar en gran medida de este momento.

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