Existen ocasiones en la vida en las que uno se siente atrapado, hecho un mar de dudas, donde el camino aparece con una bruma que dificulta transitar por él. Situaciones en las que, en definitiva, no se sabe que hacer ante una determinada circunstancia.

A ese tipo de situaciones inciertas podríamos llamarlas problemas. Definiríamos problema como toda aquella situación que provoca malestar y que exige una respuesta. De lo apropiada o no que sea esta respuesta al problema dependerá que lo podamos solucionar o no.

Dado el malestar que nos causan los problemas es importante que sepamos solucionarlos. Por eso es crucial en algunos casos entrenar a las personas en saber cómo solucionar estos problemas.

¿Dónde nos situamos?

Todas las personas tenemos características que nos diferencian, también en lo que a solución e problemas se refiere, y es que existen personas que de manera natural tienen habilidades para tomar decisiones y resolver problemas de forma satisfactoria. Otras, por el contrario, son menos hábiles y, ante una situación compleja a solucionar, les cuesta más tiempo resolverla y se sienten peor durante el proceso.

Estos son algunas de las características de ambos patrones:

 

  1. Buen solucionador:

Ve los problemas como parte de la vida; es habitual y normal tener problemas en determinados momentos.

Se atribuye un porcentaje de responsabilidad en cuanto al problema. No todo es su culpa, sólo un porcentaje sería su responsabilidad y el resto obedecería a causas externas.

Ve los problemas como si fueran retos. Para esta persona un problema sería una oportunidad de aprendizaje, una situación complicada, pero que puede servir para sacar un aprendizaje o ganar algo positivo.

Tiene una actitud de afrontamiento de los problemas. No evita ni retrasa ni busca a otras personas para que lo solucione.

Además, cree que existen soluciones a su problema y se ve capaz de encontrarlas.

Un buen solucionador sabe que necesita tiempo para resolver y que las soluciones rápidas no sirven de ayuda.

  1. Mal solucionador:

Cree que no es normal tener problemas. Piensa que un problema es equivalente a que haya algo mal en uno mismo.

Se culpabiliza en exceso.

El mal solucionador ve el problema como una gravísima amenaza. Exagera y catastrofiza las consecuencias.

No se ve con la capacidad de resolver el problema. Suele evitarlo, dejar al margen el problema, como si así no existiera.

Destaca por impacientarse y querer una solución de forma inmediata, sin darse tiempo para elegir cual sería la mejor opción.

 

En la parte II veremos los pasos a seguir en terapia para la resolución de problemas.

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